Querida persona:
La verdad es que no quería escribirte
esta carta, y tampoco hablar contigo. Ni siquiera esta carta va
dirigida a ti. No va dirigida a nadie. Básicamente es una carta de
reflexiones, o de cualquier otra cosa, de tonterías. No se la dedico
a nadie. Diría que es para mí o para mi yo del futuro, pero para
que engañarnos, puede que la acabe borrando cinco minutos después
de haberla terminado. Sí quieres leerla, adelante, leela. No tengo
nada que ocultar. Pero tampoco voy a decir nada personal. Ni datos ni
nada que puedas usar para saber quien es la persona que se encuentra
tras la pantalla de mi ordenador.
Puede que te parezca un mensaje
bipolar, que en cierto sentido lo es, o puede que pienses que estas
perdiendo parte de tu valioso tiempo en leer esta tontería. O
simplemente la leas por aburrimiento, uno de los motivos por lo que
estoy escribiendo.
Yo no tengo nada que hacer en este
momento, en otras palabras: estoy aburrida. Escribo mientras escucho
una canción, de la que no te voy ha decir ni su género ni su o sus
autores, y mucho menos su título. No te importa. O puede que sí,
pero en ese caso tampoco no te lo diré, para piquarte un poco.
Creo que ya es hora de que vaya
acabando esta carta, o puede que sea demasiado corta todavía. De
todos modos ya se me están ocurriendo cosas que hacer para acabar
con el aburrimiento. O simplemente me haya cansado de hablar contigo.
De todos modos me despido, puede que te vuelva a escribir, o puede
que no. Puede que la próxima vez que me aburra y no tenga nada que
hacer te vuelva a escribir, o puede que deje esto y borre la carta.
De todas las maneras, espero volver a escribirte, o puede que te haya
mentido, ¿quién sabe?
Sin tanto sentimiento como el que te
esperabas,
Tu querida, o odiada Nadie.